domingo, 26 de julio de 2020

MADARIAGA UN CURA LIBERAL II




MADARIAGA UN CURA LIBERAL
Caracas, 5 de julio 2020
                                                                               Por Rafael Arraiz Lucca
II
“La experiencia europea.
La mayor parte de sus años españoles los pasó Don José en casa del escritor chileno Nicolás de la Cruz, en Cádiz. Allí, al parecer, entró en contacto con las logias masónicas lautaristas que Francisco de Miranda animaba desde Londres, creadas a partir de 1797. De aquellos años, lamentablemente, nada se conserva como prueba documental de su participación en ellas; evidentemente, se trataba de unas sectas masónicas que se protegían bajo el manto del secreto y difícilmente dejaban rastros escritos. Suponemos que formó parte de ellas porque él mismo aludió a su vieja amistad con Miranda muchos años después (1811), en San Carlos, en el llano venezolano, pero no faltan detractores del canónigo que lo niegan. Aquellas logias se denominaban lautaristas por Lautaro, naturalmente, el aborigen rebelde chileno que enfrentó con éxito a los españoles en el siglo XVI, pionero de las luchas por la independencia. Lo que tramaban las logias era la libertad de las provincias españolas en América.
Por supuesto, en aquellos años el sacerdote viajó por Europa. Estuvo en Londres, París y Roma. En esta última el Papa lo nombró Protonotario Apostólico: una distinción señalada que confiere la Iglesia Católica a sus hijos predilectos. Antes, por Cédula Real del 17 de agosto de 1800 el Rey de España decidió en torno a la disputa que trajo a Cortés a la península. Para su querellante Eizaguirre se otorgó una Fiscalía y para Don José  “una prebenda de merced en el coro de la Catedral de Santiago.” Como vemos, no se le otorgó la cátedra universitaria que buscaba denodadamente desde Chile, pero se le dio una canonjía, lo que le confirió el título de Canónigo.
¿Por qué no regresó de inmediato a Chile a ejercer su canonjía? No contamos con explicación documentada, pero sospechamos que su inmersión en el mundo conspirativo le había abierto los ojos en torno a muchos aspectos antes desconocidos y, pareciera que el deseo de ejercer en su ciudad natal aminoró o fue trocado por otro. No faltan quienes apuntan que se trató de una decisión de Miranda, quien al enterarse de la vacante de la canonjía de la Catedral de Caracas trabajó para que se le otorgara a Cortés, en vez de la de Chile.
Pero Vicuña Mackenna apunta lo contrario, dice que llegó a Costa Firme, en Venezuela, fruto de un naufragio que lo aventó y estando en Caracas se produjo el cambio de canonjía. ¿A quién creerle? En todo caso, el 6 de mayo de 1803 se expidió nueva Cédula Real que le otorgaba la canonjía de la catedral de Caracas, ciudad en la que ya estaba, según Vicuña como consecuencia de un naufragio, según los seguidores de “teorías de la conspiración”: una trama urdida por el Precursor. Nosotros, humildemente, creemos más en el accidente marítimo.
La hipótesis del naufragio la refrenda el propio Cortés en 1817, en manifiesto escrito en Jamaica y dirigido a los chilenos, donde explica porque finalmente jamás llegó a su país. Suscribe la tesis del naufragio y el enamoramiento que le produjo Caracas. No obstante esta tesis, no podemos olvidar que la otra era inconfesable, ya que la masonería era anatema para la Iglesia Católica, así como la conspiración contra la corona española en América. Imposible que Cortés suscribiera la tesis de muchos historiadores venezolanos, que interpretan su llegada a Caracas como parte de la conspiración mirandina.
En caso de ser cierta su filiación secreta con Miranda, esta no operó eficientemente en 1806, cuando el Precursor llegó a Ocumare y Coro y no halló respaldo de nadie, fracasando en la intentona, como sabemos. De ser cierta esta relación secreta, Cortés ha debido estar esperando a su Precursor y, por el contrario, no se le acusó entonces de connivencia con el caraqueño. Algunos historiadores proclives a la fábula lo imaginan tejiendo una red de relaciones en silencio durante ocho años (1802-1810), pero la verdad es que no hay pruebas de tal tejido. Si hay constancia de que era un canónigo respetado y querido, con buena amistad con los mantuanos (la élite caraqueña que lideró la gesta de independencia) y que, llegado el momento, actuó a favor de sus convicciones liberales.”
                                                                             Tomado de EFECTO COCUYO

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