Por su valor universal
(estético, constructivo y cultural), a través de la construcción del conjunto
urbanístico, arquitectónico y artístico que representa, el 2 de diciembre de
2.000, la Ciudad Universitaria de Caracas fue declarada en acta -por la
Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco)-,
Patrimonio Cultural de la Humanidad.
“Obra del arquitecto venezolano
Carlos Raúl Villanueva. Es un ejemplo sobresaliente de realización coherente de
los ideales del urbanismo, la arquitectura y el arte de principios del siglo
XX. Constituye una ingeniosa interpretación de los conceptos y espacios de la
tradición local, así como una solución abierta y ventilada apropiada para el
clima tropical”, expone el veredicto del Comité declarado en Australia en
2.000, y publicado el 30 de noviembre.
Con un área de
construcción que alcanza 164,22 hectáreas, la edificación fundada en el año
1.953, se comenzó a construir en la década de los 40, en los terrenos de la
Hacienda Ibarra.
La decisión de darle
dicho reconocimiento a la máxima casa de estudios, tuvo, entre otros puntos, su
“representación como obra de arte del genio creador humano” y por ser “un
ejemplo de construcción o de conjunto arquitectónico o tecnológico o de
paisaje, que ilustra uno o más periodos significativos de la historia humana”,
suscribe el documento.
Pero llegar a su
concreción supuso un trabajo de poco más de siete años, que tuvo por punto de
partida la declaratoria en 1.993 de la UCV como Monumento Histórico Nacional,
decreto que realizara la Junta Nacional Protectora y Conservadora del
Patrimonio Histórico y Artístico de la Nación. Cinco años más tarde el
Ministerio de la Secretaria de la Presidencia y el Instituto del Patrimonio
Cultural, ratifican la decisión, incluyendo en el reconocimiento los estadios y
el Jardín Botánico.
Avanzando hacia ese
objetivo, un grupo de profesores y estudiantes de la UCV, postularon en 1.999
en París el expediente que la acredita como Patrimonio Mundial, cuya aprobación
supone la visita de varios delegados de la Unesco que, antes de volver, ponen
ciertas condiciones para cerrar el pacto.
Hoy lo del patrimonio
parece un título olvidado, pues reina la anarquía de quienes transitan por sus
pasillos techados en moto o de la delincuencia que somete a estudiantes y
visitantes.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario