martes, 9 de abril de 2019

LEY DE AMNISTÍA Y PERDÓN DEL DELITO POR DELACIÓN


Introducción y nota al pie por Abg. Rafael Medina Villalonga

La amnistía ofrecida por la Asamblea Nacional mediante ley, tiene la peculiar característica de que no es gratuita. En esa ley, el perdón (La impunidad) de las acciones delictivas cometidas se ofrece a quienes “brinquen la talanquera”, a quienes traicionen a sus compinches de andanzas criminales.

Algunas de nuestras leyes penales contemplan rebajas de pena al delincuente que delate a sus compañeros de delito, como por ejemplo la Ley Contra la Delincuencia Organizada y Financiamiento al Terrorismo, por mencionar una. La Ley de Amnistía promulgada por la Asamblea Nacional ofrece el olvido (Amnistía) de la acción delictiva a los militares y funcionarios que abandonen al régimen y se unan a la lucha contra la tiranía de Maduro.

Esta política de lo criminal no es nueva en el mundo ni es creación de nuestra legislación en particular. Desde muy antiguo el “Príncipe” ha ofrecido recompensa por traición, para aligerar la carga de descubrir al delincuente y lograr su captura y castigo.
Releyendo la monumental obra “DE LOS DELITOS Y DE LAS PENAS”, de Cesare Beccaria Bonesana (Padre de la ciencia penal, lo llaman autorizados autores), me tropecé con un apartado en el que se refiere a la impunidad por delación de los cómplices o coautores del delito y me pareció su opinión tan ajustada a la actualidad venezolana, con su ley de amnistía, que decidí reproducir su pensamiento en esta nota.

XIV. Tentativas, cómplices, impunidad.
… Algunos tribunales ofrecen la impunidad al cómplice de un grave delito que delate a sus compañeros. Tal medida tiene sus inconvenientes y sus ventajas. Los inconvenientes son que la nación autoriza la traición, detestable incluso entre criminales; porque son menos fatales a una nación los delitos de valor que los de vileza; porque el primero no es frecuente; porque el valor no espera sino que una fuerza benéfica y directora lo haga contribuir al bien público; mientras que la vileza es más común y contagiosa y se concentra cada vez más en sí misma. Además, el Tribunal muestra así su propia incertidumbre y la debilidad de la ley, que implora la ayuda de quien la ofende. Las ventajas son el prevenir delitos importantes y que siendo evidentes los efectos y ocultos los autores atemorizan al pueblo; además, se contribuye a demostrar que quien falta a la fidelidad debida a las leyes, es decir, al público, es probable que falte también a la que debe al particular. Pareceríame que una ley general que prometiese la impunidad al cómplice delator de algún delito, fuese preferible a una declaración especial en un caso particular, porque así se prevendrían las uniones con el recíproco temor que cada cómplice tendría de no exponerse más que él mismo; el Tribunal no haría audaces a los criminales que ven solicitada su ayuda en un caso particular. Tal ley debería acompañar, sin embargo, la impunidad con el destierro del delator… Pero en vano me atormento para destruir en mí el remordimiento que siento al autorizar en las sacrosantas leyes -moral humana- la traición y el engaño. ¡Qué ejemplo sería para la nación después si se faltase a la impunidad prometida y si por doctas cavilaciones se arrastrase al suplicio, con deshonra para la fe pública, a quien había correspondido a la invitación de las leyes! No son raros tales ejemplos en las naciones, y por ello no son raros quienes no tienen de una nación otra idea sino la de una máquina complicada, cuyos mecanismos mueve a su arbitrio el más hábil y el más poderoso; fríos e insensibles a todo lo que forma la delicia de las almas tiernas y sublimes, excitan con imperturbable sagacidad los sentimientos más caros y las pasiones más violentas tan pronto como las ven útiles para sus fines, templando los ánimos como los músicos sus instrumentos.”

Nota: Esta obra fue publicada por primera vez en 1764, en Livorno, Italia. Quien reproduce este fragmento no ha agregado ni intervenido o modificado su redacción en cuanto a sintaxis u ortografía. La traducción es de FRANCISCO TOMÁS Y VALIENTE, catedrático de la Universidad de Salamanca, España. Es edición española de “aguilar s a de ediciones” 1969; primera edición-cuarta reimpresión- 1982. Pág. 108.

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