miércoles, 28 de octubre de 2015

INTELIGENCIA EMOCIONAL


La “Endocrinocardiología” y el papel imprescindible del corazón en las emociones.
El corazón no es sólo una bomba.

Pascal planteó que “el corazón tiene razones que la razón no entiende”.
Para jurar se lleva la mano al corazón, a la intuición se le dice corazonada, de alguien bueno decimos que tiene un corazón de oro y cuándo amamos a alguien le decimos: Te amo con todo mi corazón.
         La tristeza nos parte el corazón, el miedo lo hace encogerse y con la alegría nuestro corazón salta… ¿Simples metáforas poéticas? Parece demasiada coincidencia ¿No?... ¿No será que nuestro corazón sabe, siente y responde en sentido real? Parece que el corazón siente emociones.
        Eso es lo que parece indicar la investigación de una ciencia emergente: La Neurocardiología.
        Esta nueva línea de investigación indica que el corazón posee una forma de inteligencia diferente a la atribuida al cerebro, con mucha más influencia en nuestra vida de la que podemos imaginar: Ambas inteligencias, la del cerebro y la del corazón, se complementan pero parece que el puesto de mando se sitúa en el corazón.
Conectar con la inteligencia
Pensar con el corazón supone adquirir una mayor sabiduría e inteligencia para vivir, mientras que la inteligencia del cerebro tiende a analizar y a separar en partes, la inteligencia del corazón busca la síntesis. La idea de que podamos pensar con el corazón ya no es sólo una metáfora sino que es, de hecho, algo muy real. La investigación científica está apuntando a que el corazón es fundamental como centro de inteligencia en los seres humanos. (Inteligencia emocional, la llaman)
Los biólogos moleculares nos dicen que el corazón es la glándula endocrina más grande del cuerpo.
En respuesta a nuestra experiencia diaria, produce y libera una hormona importante, ANF (Atrial Natriuretic Factor – Factor Natriurético Atrial), que afecta profundamente las funciones del sistema límbico o “cerebro emocional”. Esto incluye el área del hipocampo donde la memoria y el aprendizaje tienen lugar, y también los centros de control de todo el sistema hormonal.
Los neurocardiólogos han encontrado que del 60 al 65% de las células del corazón son en realidad células neuronales, y no células musculares como se creía anteriormente.
Son idénticas a las células nerviosas en el cerebro, operando a través de los mismos enlaces, los ganglios, con las mismas conexiones dendríticas-axonales que en el cerebro, y utilizan los mismos neurotransmisores. Cambiando nuestra conexión con el corazón podemos modificar también el cerebro: si las señales cardiacas son caóticas, este caos se refleja en ciertas áreas cerebrales; si aprendemos a gestionar estas señales y a transformarlas en señales coherentes, se abren cerebralmente también nuevos campos de percepción que nos permiten pensar con más claridad.
Nuestras percepciones entonces cambian y podemos ver más aspectos de la realidad, y relacionarnos con ella de forma más profunda y satisfactoria: somos más conscientes de lo que pasa a nuestro alrededor, más sensibles hacia los demás, y aumenta nuestra autoconciencia de lo que sentimos y pensamos.
En realidad, de una forma intuitiva y sabia, esta conexión corazón-cerebro y su poder para grandes transformaciones, no es algo nuevo. Como sucede a menudo, la ciencia confirma lo que la humanidad sabía desde hace miles de años: el poder transformador de soltar la experiencia de vivir “fragmentados”, y recuperar la experiencia del todo lo integrado que somos.
En conclusión, estas son las tres premisas que nos confirman que el corazón no sólo es una bomba:
- En primer lugar, del 60 al 65% de todas las células del corazón son células nerviosas que son precisamente las mismas que en el cerebro, y funciona exactamente de la misma forma, supervisando y manteniendo el control de los procesos de la totalidad de “mente-cuerpo-cerebro”, así como conexiones directas, sin intermediarios, entre el corazón y las estructuras cognitivas emocionales del cerebro.
- En segundo lugar, el corazón es la principal estructura glandular endocrina del cuerpo, Roget descubrió que produce las hormonas que afectan profundamente  las operaciones del cuerpo, del cerebro y de la mente.
- En tercer lugar, el corazón produce 2.5 vatios de energía eléctrica en cada pulsación, creando así un campo electromagnético idéntico al campo electromagnético alrededor de la tierra. El campo electromagnético del corazón rodea el cuerpo hasta una distancia de cinco metros de distancia, y genera ondas de energía que constituyen la principal fuente de información sobre la cual el cuerpo y el cerebro construyen nuestra red neural y la percepción del mundo.

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