MADARIAGA
UN CURA LIBERAL
Caracas
5 de julio 2020
Por
Rafael Arraiz Lucca
VI
“Otra vez Jamaica
No
contamos con el relato de su traslado a Jamaica, pero dada la orden del
Libertador ha debido ser precipitado. En todo caso, el canónigo pasa dos años
en la isla buscando dinero para seguir su destino. Escribe cartas solicitando
recursos para irse a Washington, no lo logra; luego intenta regresar a Chile,
tampoco lo logra. Es obvio que la iniciativa del Congreso de Cariaco lo ha
colocado en el andén contrario a Bolívar y éste, por su parte, después del
fusilamiento de Piar y las victorias de Pantano de Vargas y Boyacá, ha
consolidado su poder omnímodo. No obstante, el chileno se sobrepone a sus
intentos fallidos y decide empuñar la espada: se enrola en la llamada
Expedición del Magdalena, en marzo de 1819, comandada por Mariano Montilla,
quien lo acoge.
Antes,
estuvo tramando un nuevo proyecto en asociación con Luis Aury, francés al mando
de una flotilla en busca de destino. Un corsario, dirán sus malquerientes; un
patriota, sus amigos. En todo caso, es un hecho que participó en muchas
aventuras patriotas en la costa caribeña. De regreso del Río de la Plata el
Comodoro Aury recala en Jamaica, donde traba amistad con Cortés, y éste se
presenta como Ministro Extraordinario de las Repúblicas Confederadas de Buenos
Aires y Chile, en 1818. Investido de autoridad, el canónigo exhorta al francés
a tomar el archipiélago formado por las islas de Providencia, Santa Catalina y
San Andrés y éste lo hace, enarbolando los pabellones de Buenos Aires y Chile,
de acuerdo con Cortés. Desde allí se propone tomar Portobello, con el objeto de
dominar el istmo de Panamá. De todo ello informa Cortés a O,Higgins, aludiendo
que se trata de un viejo proyecto no realizado antes.
Aury
navega desde sus posesiones insulares a Jamaica en busca de Cortés y luego
zarpan juntos hacia Santa Marta. Allí decide el canónigo sumarse a la
expedición de Montilla que viene de Margarita. Las vicisitudes de Aury y sus
encontronazos con el Almirante Luis Brión son tantos y tan variados, que
merecen un capítulo aparte. Lo mismo ocurre con otro personaje de novela: Sir
Gregor Mac Gregor. Todas estas biografías se cruzan en algún momento: Aury, Mac
Gregor, Cortés, Brión, Padilla, Codazzi; todos personajes fascinantes y poco
estudiados, quizás ensombrecidos por la gloria única de Bolívar. Y será el
Libertador, por cierto, quien dé al traste con las aspiraciones de Aury, a
instancias de Brión, cuando le ordena irse de Colombia en virtud de que sus
servicios corsarios ya no son bien recibidos. No obstante, en audiencia
concedida por el Libertador a Aury en Bogotá, a donde ha subido
acompañado por Agustín Codazzi, convienen en que Aury concentre sus acciones en
Centroamérica, cosa que hace en lo sucesivo, y zarpa hacia sus dominios de la
isla de Providencia y allá muere, en 1821, al caerse de un caballo. Le tocará a
Codazzi el trámite ante sus descendientes y el finiquito de la división
corsaria del Comodoro Aury. Un personaje digno de mejor destino y recordación
que, vaya suerte, se enfrentó a Bolívar en Haití cuando se organizaba la
Expedición de los Cayos.
En Cartagena, con Montilla.
Los
primeros intentos de la expedición que zarpa de Margarita con el objeto de
vencer al Virrey Sámano y los suyos en la costa colombiana fracasan por varias
razones, pero la principal será el motín de los irlandeses que se niegan a
continuar batallando si no les pagan sus salarios. No obstante, Montilla
insiste y después de meses de asedio e intentos, sin el apoyo de la legión
irlandesa que deserta y se va, logra controlar a Santa Marta y Cartagena.
Bolívar
le envía una carta a Montilla desde Cúcuta el 21 de julio de 1820. En ella lo
felicita y le dice que solicitará para él el ascenso a general, dados sus
logros en la costa. Elogia a Brión, quien lo acompaña en la aventura. Le
prescribe los objetivos a cumplir: “la seguridad del magdalena es el primer
objeto de Ud.; el segundo, asegurar la ciudad de Santa Marta, y el tercero,
bloquear a Cartagena.” Las indicaciones siguen en el párrafo y concluyen con un
juicio invariable: “El Canónigo es loco y debe tratarse como tal.” Es evidente
que sabía que Montilla lo había incorporado a la Expedición; no se atreve a
mandar a detenerlo, como había hecho antes, pero no deja de asestarle una
calificación denigratoria. Por supuesto, el canónigo no era loco, pensaba
distinto a él. Finalmente, Montilla, Brión, Padilla, Córdova, Hermógenes Maza y
José Carreño alcanzaron los objetivos trazados en octubre de 1821, cuando las
banderas que ondeaban en los castillos de Cartagena eran las tricolores
diseñadas por Miranda.”
Tomado de EFECTO COCUYO
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