lunes, 17 de febrero de 2020

CÓMO SE PREVIENEN LOS DELITOS V

Texto de Cesare Beccaria Bonesana
Obra: DE LOS DELITOS Y DE LAS PENAS
Introducción y nota al pie por Abg. Rafael Medina Villalonga
Sirve esta nota para continuar difundiendo el conocimiento y la sabiduría encerrados en las páginas de la maravillosa obra de Cesare Beccaria Bonesana. Si nuestros legisladores y nuestros jueces leyeran, o mejor: estudiaran y comprendieran el significado y alcance de los principios y conceptos vertidos en ella – hace más de 250 años - se abrirían las puertas a la seguridad jurídica, a la justicia, reina de todas las virtudes como la calificó Simón Bolívar, a la paz social, a la democracia y al bien común que tanto anhelamos los venezolanos en esta hora menguada que vive nuestra sociedad toda.

Sólo falta la seriedad que dimana de la madurez. Que a quienes les ha tocado dirigir los destinos de la nación venezolana en estos días aciagos, lleguen a comprender la gravedad de la responsabilidad que les ha tocado en suerte y dejen de actuar como niños a quienes se compra su voluntad con unos caramelos, aunque esos caramelos sean miles o millones de dólares, con los que los tientan los malhechores que han corrompido todos los estratos de nuestra sociedad.

Ciudadanos dirigentes, la Providencia los ha encargado de velar por el bienestar de la gran mayoría de sus conciudadanos inocentes, ingenuos, que no tienen las herramientas del conocimiento y la sabiduría para proveer a sus propios intereses por ellos mismos. Vuestra responsabilidad, vuestra tarea, en estas horas oscuras es razonar y actuar como el adulto para ejercer la responsabilidad de dirigir los destinos de nuestra nación como un “Buen Padre de Familia”.

Hay que acabar con la “viveza criolla”, con la coima, la matraca, el pónganme donde “Haiga”, el “cuanto hay pa’ eso”. Es la hora de la seriedad, del esfuerzo creador, de la remuneración justa por un trabajo bien hecho, del premio al mérito y del castigo al desmedro, al estropicio, a la mala conducta y a la violación a las leyes, a la moral y a las buenas costumbres. ¡Basta de padrinazgos para acceder a un cargo en la cosa pública!

Con el permiso del maestro Rómulo Gallegos, parafraseamos la frase última de su inolvidable “Doña Bárbara”:
¡Tierra venezolana, propicia para el esfuerzo, como lo fue para la hazaña, tierra de horizontes abiertos, donde una raza buena, ama, sufre y espera!

He aquí la sabia opinión del autor sobre “Cómo se previenen los delitos”.
¡Buen provecho!
V
Si la ciega ignorancia es menos fatal que el mediocre y confuso saber –puesto que este añade a los males de la primera los del error, inevitable para quien tiene una versión restringida al lado de acá de los confines de la verdad-. El hombre ilustrado es el don más precioso que puede hacer a la nación y a sí mismo el soberano, que lo hace depositario y custodio de las santas leyes. Acostumbrado a ver la verdad y a no tenerla; privado de la mayor parte de las necesidades de la opinión, nunca, bastante satisfechas y que ponen a prueba la virtud de la mayoría de los hombres; acostumbrado a contemplar a la humanidad desde los puntos de vista más elevados, la propia nación llega a ser para él una familia de hombres hermanos, y la distancia entre los poderosos y el pueblo le parece tanto menor cuanto mayor es la masa de la humanidad que tiene ante sus ojos. Los filósofos adquieren necesidades e intereses no conocidos por los hombres vulgares, principalmente el de no desmentir a la luz pública los principios que han predicado en la oscuridad, y adquieren el hábito de amar la verdad por sí misma. Una selección de tales hombres forma la felicidad de una nación; pero felicidad momentánea si las leyes buenas no aumentan de tal manera su número que disminuyan la probabilidad siempre grande de una mala elección.

Nota: Esta obra fue publicada por primera vez en 1764, en Livorno, Italia. Quien reproduce este fragmento no ha agregado ni intervenido o modificado su redacción en cuanto a sintaxis u ortografía. La traducción es de FRANCISCO TOMÁS Y VALIENTE, catedrático de la Universidad de Salamanca, España. Es edición española de “aguilar s a de ediciones” 1969; primera edición-cuarta reimpresión- 1982. Págs. 185 – 186.

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