SEIS LECCIONES SOBRE REDACCIÓN LEGAL DE RUTH BADER
GINSBURG
Chile, 7 de octubre 2020
“Los abogados tienen la obligación de ser los
mejores escritores que puedan ser, tanto para sus clientes como al público.
Cuanto más efectivo sea un abogado en el habla y en la escritura, mejor
profesional será”.
“En una reciente publicación del medio
español Confilegal se da a conocer el artículo «6 lecciones
sobre redacción legal de Ruth Bader Ginsburg», por Josep Gálvez, abogado.
Sostiene que con motivo del reciente fallecimiento de la “Justice” del Tribunal
Supremo norteamericano y referente jurídico del feminismo, Ruth Bader Ginsburg,
también conocida por sus iniciales “RBG”, han aparecido publicados innumerables
anécdotas y recuerdos elogiosos sobre su figura.
En este sentido ha sido una auténtica alegría para Gálvez reencontrarse con una entrevista que ofreció en 2010 a la revista “The Scribes Journal of Legal Writing” (El diario de redacción jurídica de los escribas), donde deja claro su amor por la literatura y, claro está, por el derecho.
Como buena hija de inmigrantes del Este, RBG dio gran importancia a la lectura y la redacción durante toda su vida, teniendo su oportuno reflejo en su trayectoria profesional como profesora de Derecho -ningún despacho de Nueva York la contrataba por ser mujer- posteriormente como abogada de asuntos constitucionales y finalmente como jueza.
Por este motivo, el autor cree que será de interés, para aquellos que no hacen de los escritos procesales una simple práctica del corta y pega, traer algunos de los consejos que Bader Ginsburg realizó durante su vida a propósito de la estrecha vinculación entre la literatura y el derecho.
En primer lugar, RGB entendía el
derecho como una profesión esencialmente intelectual y literaria basada en
saber redactar.
Ruth Bader observó que existe una
extendida creencia en el derecho según la cual, cuanto más se escriba, mejor.
Esta percepción, entendía RGB, procede del mundo universitario donde los
estudiantes suelen incluir en sus ejercicios todo tipo de asuntos y
alegaciones, sean relevantes o no para el caso.
RGB era célebre por sus maratonianas
jornadas de trabajo, especialmente en el despacho de su casa, estudiando y
preparando sus sentencias. Para ella, cada frase, cada idea, debía
entenderse sin el más mínimo esfuerzo. Y ese es un trabajo era realmente “muy
duro”.
Ginsburg afirmaba que, si todos hicieran
esto, se manejarían “documentos mucho más cortos que los que tenemos ahora y el
público entendería mejor lo que hacen los abogados y los jueces. Todos podrían
entenderlo incluso leyendo una sentencia en lugar de encontrarlo filtrado a
través de la lente de un periodista”.
Bader Ginsburg también era conocida
porque, generalmente, iniciaba sus sentencias mediante una especie de corte de
prensa sobre la cuestión jurídica que presentaba el caso, cómo lo resolvía el
Tribunal y la razón principal por la que lo hacía en tal sentido. “Así que si
no quiere seguir leyendo -decía la jueza- lo tiene ahí en pocas palabras”.
Para RGB lo más importante era tener en cuenta el destinatario del escrito: “Mi ojo está puesto en el lector, y son predominantemente los jueces u otros tribunales los que deben aplicar nuestras decisiones como precedentes y los abogados los que deben dar cuenta de ellas en sus escritos. Así que trato de ser tan clara y concisa como pueda.”
“Por eso -decía Ginsburg- intento
siempre escribir mis sentencias como me hubiera gustado a mi leerlas cuando era
una profesora de derecho o una abogada”.
Ginsburg era muy consciente de que “el
mundo legal tiene su propia jerga” y un vocabulario, en muchas ocasiones,
voluntariamente esotérico por eso advertía que “si estás tratando de escribir y
el juez u otro abogado será tu lector o si estás comentando un cuerpo de
sentencias o estás tratando de analizar una regulación, entonces tienes ser
claro. Los jueces no van a querer leer esos escritos complejos y
filosóficos, porque no tienen tiempo para tratar de entenderlos”.
Bader Ginsburg fue una lectora voraz,
especialmente de autores como Tolstoi o Austen,
aunque su interés por la redacción nació durante su estancia en Cornell gracias
-nada menos- que a su profesor, el gigante de la literatura Vladimir
Nabokov, cuando fue su alumna.
Según RGB “Nabokov era un hombre enamorado del sonido de las palabras. Me enseñó la importancia de elegir la palabra correcta y presentarla en el orden correcto. Cambió mi forma de leer, mi forma de escribir.”
Gracias al autor de “Lolita”, Ginsburg aprendió “a recortar adjetivos innecesarios y a hacer composiciones lo menos elaboradas posible. Aún hoy puedo escuchar algunos de los consejos que me dio Nabokov”.
De hecho RBG no tenía ningún reparo en reconocer que seguía aprendiendo cada día de la escritura, poniendo ejemplos de artículos jurídicos o conferencias: “Siempre estoy aprendiendo a escribir. Cuando leo y admiro la escritura de alguien, me digo: “Es una buena forma de decir algo. Lo recordaré y lo usaré”.”
Por este motivo, según Ruth Bader Ginsburg, “los abogados tienen la obligación de ser los mejores escritores que puedan ser, tanto para sus clientes como al público. Cuanto más efectivo sea un abogado en el habla y en la escritura, mejor profesional será”.
Tomado de DIARIO CONSTITUCIONAL, Chile
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