domingo, 18 de octubre de 2020

TOVAR Y TOVAR, LA HISTORIA ES UN RIO (2)

 

TOVAR Y TOVAR, LA HISTORIA ES UN RIO

Caracas 19 de julio 2020

                                                                                      Por rafael Arraiz Lucca



(2)

Los aires de Europa

Losconsejos de Carmelo Fernández, el sacrificio económico de sus padres y suvoluntad lo embarcan rumbo a Madrid. Corre el año de 1850 y el puerto de LaGuaira se va haciendo imprecisable a la distancia. Cinco años largos lo esperanmás allá del Atlántico. La Venezuela que abandona Tovar está diezmada por ladesolación y las deudas. Sin embargo, con lo poco que produce la hacienda Mopiade don Antonio Tovar el joven pintor emprende el viaje con las cartas que lefacilita el embajador de España en Caracas. Entre ellas va una dirigida almarqués de Remisa con la que pretende abrir las puertas de la Academia de SanFernando. Felizmente así fue y en ella logra inscribirse. Fue alumno de José deMadrazo en colorido y composición; de Federico de Madrazo en arqueología yropaje; de Antonio Esquivel en anatomía pictórica; de Patricio Rodríguez enperspectiva, y de Francisco José Fabre en historia y costumbres.


Dela situación de la pinturaespañola de entonces Enrique Planchart hace un dibujoexacto, leamos: “Dos tendencias dividían entonces la pintura española. De unaparte los afrancesados, con algo de la manera de David, uno de cuyos campeonesera precisamente don José de Madrazo, y de otra, los tradicionalistasespañoles, que, recogiendo de la herencia de Goya sólo lo superficial, ibanderivando hacia la representación romántica de lo popular y lo local.”


Másadelante Planchart, refiriéndose a Tovar y Tovar en el ensayo biográfico que lededicó, afirma: “El joven venezolano, ya obediente al sentimiento de ponderaciónque lo caracterizará siempre, no se deja alucinar por ninguna de estastendencias; atiende principalmente las enseñanzas de Madrazo; pero más que deéste aprendió de su hijo, Federico de Madrazo, y del ejemplo de Vicente López,el arte del retrato: la simplificación de los medios para obtener la expresióny aquella gracia particular para intensificar el trazo lineal, que cierra lafigura en armonioso conjunto, sin aislarla de los accesorios del cuadro.”


Comosuele suceder, la formación madrileña de Tovar no se circunscribeexclusivamente a la Academia. Es un asiduo de los museos, donde desentraña elarte de los clásicos, y los usos de sus contemporáneos. Coincide en la Academiacon otro venezolano, PedroLovera, hijo del pintor Juan Lovera, y debemos suponer quefueron juntos a estos recintos del arte hasta que en 1852, dos años después desu llegada, nuestro pintor decide mudarse. Ya los viajes, lejos de intimidarlo,le gustan. Se ha acostumbrado a que el mundo es ancho, pero transitable. Hacemaletas y se va a París: allí las puertas de su formación se harán todavía másvastas. De estos años madrileños es su obra titulada La Vendimia (1851,circa) donde pueden apreciarse las influencias de sus maestros españoles. Los años parisinos quese inician serán fundamentales en la biografía del pintor. Así como en elcuadro unas mujeres recogen las uvas, años después Tovar recogerá los frutos desu siembra europea.


Alllegar a París nuestro pintor se inscribe en la Academia particular de León Coignet. Lainfluencia de este maestro en la pintura de Tovar es evidente. Y no le faltarazón a Enrique Planchart cuando le resulta lógico que Coignet y Tovarcongenien enseguida. En verdad, son espíritus que se avienen fácilmente.Alfredo Boulton le atribuye a estos años con Coignet una importancia decisiva:“Durante esos años se inicia en verdad su formación académica y se revela eltalento que luego habría de demostrar en los lienzos que vamos a comentar y queson algunos de los que han dado justificada fama a su nombre.”


Alaño siguiente de su llegada a París ya debe haber recorrido los museos y lossalones. Seguramente lo ha hecho con el maestro Coignet y con su condiscípuloJean Paul Laurens. Ha visto los lienzos de Ingres y de Delacroix, de esteúltimo toma su impronta para pintar un cuadro extraño en el conjunto de suobra: Paisaje en Egipto (1953)se titula y, seguramente, es una alegoría de otro porque jamás fue el pintorhasta las tierras que surca el Nilo.


Delaño 1854 es una obra capital para el conocimiento de su pintura. Autorretrato se titula el lienzo donde un hombre de27 años se ve, por primera vez, a sí mismo. Va mucho más alláde lo evidente porque persigue fijar su propio rostro. La obra, además de suvalor intrínseco, representa la primera interpelación a la que se somete elartista. Ya sabemos lo importante que son los autorretratos para elconocimiento de sí mismo y para pulsar las posibilidades que tiene cada quienen el ejercicio de sus saberes y oficios. En el autorretrato se ve un hombrecon barba, con la mirada profunda y la mitad del rostro iluminada y la otra entinieblas. La dureza de la línea de la nariz le da un aire de gran adustez,aunque no llega a ser severo. Es un romántico.


Dela formación parisina de Tovar, Enrique Planchart afirma: “De los pintoresvenezolanos que han estudiado en París, sin duda alguna ha sido Tovar quien loha hecho con mayor independencia, gracias a la ponderación de su carácter.Guiado por el ecléctico Coignet no olvida el verismo propio de la escuelaespañola donde dio sus primeros pasos, y se abstiene de seguir francamente lashuellas de un pintor o de una secta determinada.” Hay que señalar que el ensayobiográfico de Planchart data de 1952. Es muy probable que, si lo hubieraescrito hoy, su opinión habría sido matizada.


Hanpasado cinco años y la primera experiencia europea del artista concluye.Regresará a París en varias oportunidades, pero esta primera estadía marcarálos años por venir. No se ha unido sentimentalmente, de manera definitiva, connadie. Es un hombre joven que quiere hacer su trabajo.

 

Vuelta a la patria

Elcosto de cinco años en Europa ha debido pesar en el patrimonio de los padres,el pintor emprende el regreso en la goleta danesa Isabel. El día 22 de enerode 1855 pisa el suelo de La Guaira.  El ambiente artístico caraqueño no esel más estimulante para un hombre que viene de París. Pero Tovar trae unproyecto: le propone al Gobierno Nacional irse a Europa, por cuenta del Estado,a copiar obras clásicas para luego traerlas y formar un museo. La respuesta fuelacónica y contundente: “las arcas están vacías”. La vida política y la guerrano dejan espacio ni recursos para el arte. La muestra que traía paraconvencerlos quedó solitaria. Se trataba de Ecce Homo de Murillo. Con la carencia derecursos fallecía su proyecto.


Elcamino que toma es relatado por su alumno Antonio Herrera Toro en un artículopara El Cojo Ilustrado,dice: “se dedicó a hacer lo único que en materia de arte le ofrecía el estrechoescenario de la capital; es decir, retratos. Retratos que maravillaron por laextraordinaria semejanza, por la frescura del colorido, por la manera nueva,enteramente diferente de las que hasta entonces eran aquí conocidas.” Pero losprimeros encargos no fueron muy reconfortantes: le solicitaban la reconstrucciónfisonómica de un difunto, a partir de un daguerrotipo difuso, otras veces lesolicitan la reproducción de imágenes religiosas. Y, para colmo, no erandemasiados los encargos.

                                                                        Tomado de EFECTO COCUYO

                                                                                                    (Continuará)

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