sábado, 17 de octubre de 2020

TOVAR Y TOVAR, LA HISTORIA ES UN RIO

 

TOVAR Y TOVAR, LA HISTORIA ES UN RIO

Caracas 19 de julio 2020

                                                                                       Por rafael Arraiz Lucca

 

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“Para el año de 1827 el jefe superior de Venezuela es un hombre nacido en el llano y llamado José Antonio Páez. La independencia del país se ha sellado seis años antes con la Batalla de Carabobo. El Libertador, en sus afanes colombianos, separa las aguas con Santander, en Bogotá. Ignora que tres años después va a morir en Santa Marta, muy cerca del mar que tantas veces surcó movido por sus anhelos. En la misma Caracas de Simón Bolívar, nace el 10 de febrero un varón al que luego bautizan con los nombres de Martín José de Jesús. Es hijo de un oficial español que llegó a estas costas como uno más de las tropas del brigadier Canterac. Se llama Antonio de Tovar y juró ante el altar amor eterno a Damiana Tovar Liendo. Había nacido en Granada y venía dispuesto a dejar sus huesos muy cerca del Orinoco, sobre la raya del Ecuador. Su esposa era hija de Martín de Tovar y Baños quien, sin duda, descendía de José de Oviedo y Baños.

 

El hijo de los Tovar

Martín Tovar y Tovar fue bautizado en la catedral de la ciudad donde respiró por primera vez y en la que dejó de hacerlo 75 años después. Recibe las aguas bautismales el 18 de febrero, apenas una semana después de haber nacido. Lo espera una zona del mundo depauperada por los estragos de la guerra y zarandeada por los demonios de la codicia y la desintegración. Así describe el general Ramón de la Plaza en sus Ensayos sobre el arte en Venezuela, el país al que pertenece el recién nacido: “Emancipada Venezuela de la madre patria, los elementos que dejó en pie el sistema colonial, en las artes señaladamente, y que no fueron otros que las obras rudimentarias que de España vinieron a estos dominios, la gente independiente mal pudo de ellos derivar sino exiguo aprovechamiento. Establecida la República, labor enojosa hubo de tocar a los libertadores en el empeño de implantar un Gobierno que, por fuerza, había de luchar necesariamente con las prácticas arraigadas del hábito colonial.”

 

Ésta es la República a la que con su vida de pintor ofrendará, años después, el hijo de don Antonio y doña Damiana. Conjunción paradójica de un oficial realista que decide quedarse después de la derrota, y una mantuana caraqueña con algunos años más de residencia y pertenencia. De hecho había nacido en Caracas y la República, recientemente creada, le atañía completamente.

 

La formación caraqueña

Para un joven que quisiera ser pintor las opciones educativas en Venezuela eran muy escasas. Sin embargo, al niño Martín, de 12 años, lo encontramos el año de 1839 inscrito en los cursos de dibujo que impartía el maestro Antonio José Carranza. Años antes funcionaba la llamada “Sociedad de amigos del país”. A ella pertenecían unos parientes cercanos de Martín José; Manuel Felipe y Domingo de Tovar. Este último se había formado en Europa en las artes del dibujo y la pintura y puso empeño en que esta institución divulgara estos quehaceres. Así fue como escogió al joven Carranza, el más aprovechado, para recibir la formación necesaria que luego le permitiera enseñar el oficio. Creció tanto Carranza que llegó a ser director de la Academia que auspiciaba la “Sociedad de amigos del país”. Allí recibió sus primeras clases aquel primo de los Tovar.

 

Para el año siguiente (1840) el adolescente hijo de don Antonio y  doña Damiana ingresa en el Colegio La Paz. Allí recibirá la instrucción necesaria para obtener el título de bachiller. Pero, además, la destreza que había demostrado para el dibujo, certificada por Carranza, le hizo propicio el camino en el colegio. Allí el profesor de dibujo era Carmelo Fernández, sobrino del general Páez y a quien, junto a Carranza, se le tiene como uno de los iniciadores de la enseñanza artística. La obra que logra hacer Fernández es de gran importancia para el país, pero no es objeto de estas líneas. No hay duda de que fue fundamental para la formación de Martín José en el colegio que regentaba don José Ignacio Paz del Castillo. Años después el profesor Fernández, estimula a Tovar y Tovar en el sueño de irse a Europa a completar su formación.

 

Influye también en la formación de aquellos años iniciales el profesor Celestino Martínez. Éste daba sus clases en el colegio Roscio, institución a la que asistió Martín José a recibir enseñanza. Allí trabó amistad con Arístides RojasAntonio Guzmán Blanco y el padre del pintor Cristóbal Rojas, mientras seguía las prescripciones del maestro Martínez. Años después, su compañero Arístides Rojas deja sentado en un escrito que Tovar y Tovar frecuenta la casa del médico francés Lebeau, quien, según Rojas: «ejerció grande influencia en sus estudios». No hay motivos para dudar de la palabra de don Arístides y, aunque no consta en ninguna parte, debe suponerse que conoció y recibió el influjo de Lewis Brian Adams y del francés Armand Paillet, ambos residentes en la Caracas de entonces y ambos aficionados a la pintura.

 

Quizás apremiado por su situación económica, a la edad de 17 años, el bachiller Tovar y Tovar establece una empresa de servicios litográficos. Meneses y Tovar se llama la firma que adquiere las máquinas a Stapler y Müller y comienza a funcionar en casa de Antonio Damirón. Este último, conocedor del negocio y del oficio. Martín Tovar y Tovar cuenta 23 años y el horizonte de su país se le hace estrecho. Sus primeros años de formación han concluido. El destino es Europa.

                                               Tomado de diario EFECTO COCUYO, Venezuela.

                                                                                                            (Continuará)


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