Estimados amigos en estos días
hemos oído todo tipo de opiniones acerca del antejuicio de mérito contra el
presidente de la República y la posibilidad de desalojarlo a él y su régimen
por la vía de un enjuiciamiento ante el tribunal Supremo de Justicia en el
Exilio.
Según estos opinadores o
analistas (entre comillas), la caída del régimen es inminente, tanto que si se
logra que la Asamblea Nacional, de mayoría opositora, decida favorablemente que continúe el proceso
porque considera que hay méritos suficientes para enjuiciar al presidente por
actos de corrupción, de inmediato
quedará suspendido de sus funciones, se ejecutará la sentencia de Bogotá en
cuanto a la medida cautelar de prisión
preventiva y se ordenará su captura internacional si no se pone a derecho,
es decir, si no se entrega voluntariamente para cumplir con lo condenado en esa
sentencia, como por ejemplo lo hizo LULA en Brasil.
Entonces los opinadores especulan
que tal vez los diputados opositores no tengan suficiente guáramo, que
seguramente se les caerán las caretas de traidores, que cómo es posible que no
hayan decidido ya y que no hayan acabado con este régimen de una vez por todas
teniendo esta oportunidad de oro. Otros opinan que sí que “Le llegó su hora” a
Maduro.
Los de más allá opinan que será
muy difícil porque se necesita la mayoría calificada de dos tercios o 112
diputados que voten a favor de continuar el proceso y que lo lleven a juicio;
algunos más que sí tenemos esa mayoría porque tenemos los 112 diputados
opositores, sin acordarse que desde los primeros días de la Asamblea Nacional
están suspendidos ilegalmente 4 de diputados de Amazonas, con lo que los
opositores quedaron en 109 diputados.
Toda esta discusión es
intrascendente, no va para ningún lado, ya les explicaré por qué.
Por otro lado, la mayoría de esos
opinadores son unos de “medio pelo”
que lo que quieren es figurar y captar seguidores ingenuos o desprevenidos que
incrementen su menguado auditorio. Lo más preocupante es que entre esos
opinadores se cuentan analistas muy reputados y hasta ex magistradas de mucha
influencia en la opinión pública como Cecilia
Sosa Gómez y Blanca Mármol de León.
A una y a otra les he oído decir con mucho entusiasmo que si la asamblea Nacional
tiene el suficiente coraje y vota a favor de enjuiciar al presidente “el mandao está hecho”. Eso no es verdad.
Entre estos opinadores habrá
algunos de buena fe que lo hacen guiados por el fuerte deseo de que se acabe
esta pesadilla; por eso mismo “Los
arboles no les dejan ver el bosque” y en su ceguera “llevan agua al molino” del régimen. Otros, son los tarifados del
gobierno que tiene por oficio remunerado hacer propaganda a favor del régimen “
for a few dolars more”, por unos
pocos dólares más, como el título de la famosa película; pero todos ayudan al
régimen a prolongar su agonía, que puede alargarse “ad infinitum” si no aparece un
“Salvador con su arpa” y aplica el correctivo
necesario.
Sin querer pasar por “aguafiestas”, les tengo una mala noticia
a los esperanzados en esa decisión de la Asamblea Nacional:
No podrá haber juicio
válido alguno contra Maduro, tutelado por ese supuesto Tribunal Supremo de
Justicia en el Exilio, ni suspensión del cargo, ni prisión preventiva porque ese
supuesto tribunal no es tal y sus decisiones no tienen validez. Esto ya lo
explicamos en anterior comunicación: la Asamblea Nacional en 2017 NO extinguió el TSJ “Chavista” ni
constituyó un nuevo TSJ, sólo nombró 13
magistrados principales y 20 suplentes. Estos nuevos magistrados no pueden,
aunque quieran, conformar la Sala Plena del TSJ de 32 magistrados; porque los suplentes no tienen a quien suplir
y los principales no llegan a los 17
que necesita el quórum reglamentario para deliberar y decidir válidamente.
Lo más preocupante es que todo
esto puede ser una farsa orquestada por los malvados cubanos y sus compinches
en el gobierno (Entre ellos la flamante Fiscal), para hacer crecer la esperanza
en la población ansiosa de que se acabe la dictadura y luego que no se produzca
la salida del régimen, caigamos en la desesperanza, la depresión y que la
decepción nos quite de una vez por todas las ganas de seguir oponiéndonos a
esta desgracia nacional.
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