MADARIAGA
UN CURA LIBERAL
Caracas
5 de julio2020
Por Rafael Arraiz Lucca
V
“Preso en Ceuta.
El
canónigo pasa cuatro meses en las mazmorras de La Guaira, de allí es enviado a Cádiz,
donde transcurren siete meses de encierro y, finalmente, es destinado a Ceuta,
en el norte de África, donde cumple la condena. De Ceuta logran escaparse a
Gibraltar cuatro de los “ocho monstruos”: además de Cortés, Roscio, Paz del
Castillo y Ayala, pero el Gobernador británico de Gibraltar los apresó de nuevo
y los entregó a sus carceleros, para no entrar en conflicto con las autoridades
españolas, aparentemente. Nueva desgracia. No obstante, Thomas Richards, un
comerciante inglés que iba y venía de Cádiz, amante de la causa independentista
americana (¿sería masón?), abogó por ellos en Londres y logró el respaldo de
las máximas autoridades. Estas, después de meses de negociaciones, lograron la
libertad de los fugitivos
de Ceuta. A todas luces, fue una concesión de España ante las
peticiones de Gran Bretaña.
El
21 de noviembre de 1815 salieron en libertad. Habían estado presos un poco más
de tres años. Cortés zarpó de Ceuta hacia Londres y de allí hacia Saint
Thomas y luego a Jamaica. Allí está a comienzos de 1816. Los británicos le han
hecho saber a diferentes patriotas, incluido Bolívar, que la constitución de un
Gobierno era una formalidad indispensable para un reconocimiento internacional.
Cortés se toma muy en serio esta sugerencia y se desplaza a Margarita, a donde
llega en abril de 1817 con un proyecto in
pectore. Busca de inmediato al Libertador de Oriente, Santiago Mariño, y le
formula su propuesta.
El Congreso de Cariaco
El
canónigo le propone regresar al esquema federal de la Constitución de 1811 y
a Mariño le parece bien, ya que era más proclive a cualquier forma
constitucional que mejorara su situación en desmedro de la de Bolívar. Deciden,
entonces, organizar el Congreso (entre el 8 y el 9 de mayo de 1817) y nombrar
autoridades sobre la base de las instituciones de cinco años antes. Se forma
un triunvirato integrado
por Fernando Rodríguez del Toro, Francisco Javier Mayz y Simón Bolívar (sin
consultarle, obviamente). Mariño es designado Jefe Supremo del Ejército y Luis
Brión de la Armada. En la asamblea estuvieron presentes Francisco Antonio Zea,
Diego Bautista Urbaneja, Luis Brión, Manuel Isava, Diego Vallenilla, Francisco
Xavier y Diego Alcalá, Manuel Maneiro, Francisco de Paula Navas y, por
supuesto, Cortés de Madariaga.
Bolívar
en cuanto se enteró de la ocurrencia del Congreso y del proyecto federal, que
fueron concebidos sin su consentimiento, los desechó rotundamente con su
silencio. Como era de esperarse y, en lo sucesivo, ya apuntalado el caraqueño
en Guayana, después del fusilamiento de Piar (el 16 de octubre de 1817),
dominando un vasto territorio y con el apoyo de una mayoría que no siguió a
Mariño y a Cortés en la aventura, el Congreso de Cariaco y sus decisiones
fueron quedando en el olvido, en letra muerta.
En
carta fechada el 6 de agosto de 1817 y desde Angostura, Bolívar se dirige a
Martín Tovar Ponte, su viejo amigo, y le dice que por fin se cuenta con
“Guayana libre e independiente” y le relaciona lo que esto significa para el
futuro de sus proyectos. En cuanto a Cariaco, afirma: “El canónigo
restableció el gobierno que tu deseas y ha durado tanto como casabe en caldo
caliente. Nadie lo ha atacado y él se ha disuelto por sí mismo. En Margarita lo
desobedecieron; en Carúpano lo quisieron prender; a bordo lo quisieron poner en
un cañón, se entiende para llevar azotes; aquí ha llegado y aun no se le ha
visto la cara porque sus individuos se dispersaron, no de miedo sino de
vergüenza de que los muchachos lo silbasen. Yo he usado la moderación de no
haber escrito ni una sola palabra, ni de haber dicho nada contra el tal
gobierno federal y, sin embargo, no ha podido sostenerse contra todo el influjo
de la opinión. Aquí no manda el que quiere sino el que puede.”
Bolívar
desaprobaba con su silencio el proyecto federal de Cortés y Mariño, pero con
ello no pasaba por alto que su mando no era unánime. Una vez más Mariño se lo
hacía saber; ahora un presbítero también. Si en 1812 al federalismo lo atajó un
contradictor tenaz, ahora el mismo seguía en su negación. Curiosamente, se ha
dicho que el centralismo de Bolívar era netamente caraqueño, mientras el
federalismo de los otros era provinciano, pero si bien puede haber algo de
cierto en esto, vemos como Tovar, más caraqueño y mantuano imposible, se
inclinaba por el federalismo. No hay manera de que a un espíritu autoritario le
convenza el federalismo o cualquier forma de descentralización del poder. Eso
está muy claro, también lo está que una guerra es más probable ganarla con
unidad de mando que con dispersión, como pensaba Bolívar; es más probable
el triunfo si la estrategia se centraliza y se coordina.
El Congreso de Cariaco,
para desgracia de Cortés, ocurre cuando la unanimidad de mando buscada por
Bolívar está consolidándose y, como dijimos antes, se corona con el
fusilamiento de Piar, que deja muy claro que la disidencia frente al Libertador
se paga con la vida. Escarmentados y advertidos quienes le discuten a Bolívar
su liderazgo, sus destinos a partir de entonces se ensombrecen. Es el caso de
Cortés, quien tuvo que regresar a toda carrera a Jamaica, ya que el Libertador
quería apresarlo y juzgarlo. Así se lee en carta de Bolívar al Comandante
General de Guayana, dice: “en el momento mismo en que sepa que el canónigo José
Cortés de Madariaga ha arribado a cualquiera de los puertos o pueblos de esa
provincia, lo haga Ud. asegurar y conservándole privado de comunicación, me dé
parte, sin pérdida de tiempo, para comunicarle el modo con que debe ser tratado
y remitido a la capital para ser juzgado. Dios guarde a Ud. muchos años. Simón
Bolívar.”
Tomado de EFECTO COCUYO