viernes, 31 de julio de 2020

MADARIAGA UN CURA LIBERAL IV




MADARIAGA UN CURA LIBERAL

Caracas 5 de julio 2020

                                                                                       Por Rafael Arraiz Lucca

IV

“Tratado Lozano-Cortés: el primero firmado entre Colombia y Venezuela.


Entre las autoridades estaba Cortés, en su condición de diputado por el Clero y el Pueblo ante la Junta Conservadora de los Derechos de Fernando VII. Las nuevas autoridades le encargan a Cortés de Madariaga una misión principal: viajar a Bogotá a enterar a los neogranadinos de la situación venezolana y firmar un tratado entre ambos gobiernos, ya que los sucesos del 20 de julio en Bogotá eran de tal naturaleza similares a los de Caracas, que se hacía necesario el vínculo formal y jurídico entre ambas naciones en trance idéntico.

Circula la hipótesis que señala la escogencia de Cortés como una manera de alejar al canónigo de los asuntos caraqueños, ya que al parecer su vehemencia no era bien vista en aquellas circunstancias. No sabemos si esto es cierto, pero el chileno acepta el encargo con orgullo y parte de Caracas el 21 de diciembre de 1810 rumbo a la sabana de Bogotá. Por otra parte, no fue esta la única misión: Juan Vicente Bolívar y Telésforo Orea van a los Estados Unidos; Vicente Salias y Mariano Montilla a Curazao y Jamaica y Andrés Bello, Luis López Méndez y Simón Bolívar viajan a Londres. Sin embargo, de la única misión que queda firmado un Tratado es de la de Cortés, ya que se trata de Nueva Granada y Venezuela, naciones hermanas.


Estando en San Carlos, en enero de 1811 en camino a Bogotá, se entera de la llegada de Francisco de Miranda a Caracas, procedente de Londres. Viene con el objeto de terciar a favor de la creación de la República, y Cortés lo secunda y avala con fervor desde una escala de su viaje. En esta ciudad llanera pronunció una arenga que es necesario reproducir: nada más diciente de su carácter que estas palabras, así como de su mirandismo militante: “¡Siempre colonos! ¡De día en día más degradados, más oscurecidos, más miserables! ¿Qué pueblos son éstos condenados por el destino a una perpetua servidumbre? No, no hay destino: la Divina Providencia dirige todas las cosas, y no es la voluntad del Ser Supremo que los pueblos sean esclavos… La mano invisible nos ha conducido al hombre que necesitábamos: devuelve a los patrios lares el genio extraordinario de la guerra y el consejo: Miranda está entre nosotros… Yo me glorié de ser americano cuando vi, cuando traté a este hombre…”


Recordemos que Miranda llega a caracas en diciembre de 1810, después de haber recibido en Londres, en su casa de Grafton Way, a la delegación venezolana citada antes, enviada por la Junta a explicarle al Reino Unido la situación venezolana. Recordemos que la alusión que hace Cortés de su trato con Miranda ha debido ocurrir en Londres, aunque su influencia la sintió en Cádiz, cuando supo por primera vez de las logias lautarinas. El mirandismo de Cortés es indudable, anotémoslo.


En su paso por Mérida Cortés es arrestado por el obispo realista, pero logra zafarse y sigue su camino. En Pamplona escribe y envía un oficio a Bogotá, avisando de su pronta llegada y el objeto de su visita. Desde la ciudad se expiden oficios de alborozo por su próximo arribo y se designan comisiones para recibirlo. El canónigo llega a la ciudad a mediados de mayo de 1811 con la credencial firmada por el entonces presidente de la Junta en Caracas: Martín Tovar Ponte. Pero más interesante aún es la misiva que llega firmada por Miranda el 22 de enero de 1811 y dirigida a la Junta Suprema del Nuevo Reino de Granada. En ella se lee: “El canónigo doctor D. José Cortés de Madariaga, que hace poco tiempo salió de esta ciudad para esa capital, y va encargado de una importantísima comisión, dirá a V.A. cuanto yo podría sugerir en ésta, acerca de una reunión política entre el reino de Santa Fe de Bogotá y la Provincia de Venezuela, a fin de que, formándose juntas un solo cuerpo social, gozásemos ahora de mayor seguridad y respeto, y en lo venidero de gloria y permanente felicidad.” Como vemos, una prueba más de la idea integracionista mirandina original, luego retomada por Bolívar.


El Tratado se firma el 28 de mayo de 1811 y se refrenda el 7 de junio del mismo año entre Cundinamarca y Venezuela y se denomina “Tratado de Alianza y Federación”, lo que señala su espíritu liberal en la medida en que el Federalismo es expresión de la impronta liberal. En él ya está la modalidad Departamental que luego acogió Bolívar en clave centralista, no federativa como sí se consagra en este Tratado. Se lee en el texto: “Habrá amistad, alianza y unión federativa entre los dos Estados, garantizándose mutuamente la integridad de los territorios de sus respectivos Departamentos, auxiliándose mutuamente en los casos de paz y guerra, como miembros de un mismo cuerpo político, y en cuanto pertenezca al interés común de los Estados federados.”

Es evidente que la integración que están acogiendo los firmantes del Tratado, Jorge Tadeo Lozano y José Cortés de Madariaga, es federal. Muy distinta a la que asumió Bolívar a partir de 1819, siempre en concordancia con su impronta radicalmente centralista.


Una semana después de refrendado el Tratado (el primero que firman las proto-repúblicas de Colombia y Venezuela), Cortés emprende el viaje de regreso. Parte el 14 de junio de 1811 y toma un camino diferente al que escogió para venir a Bogotá. De su viaje queda constancia en un texto intitulado Diario y observaciones del Presbítero José Cortés de Madariaga en su regreso de Santafé a Caracas, por la vía de los ríos Negro, Meta y Orinoco, después de haber concluido la comisión que obtuvo de su Gobierno para acordar los Tratados de alianza entre ambos Estados. Llega a Caracas hacia finales de año, cuando ya la República es un hecho y la reacción realista, también. Entonces se pone a las órdenes del General Miranda, a quien muy pronto le encargaran en condición de Generalísimo la defensa armada de la República naciente.


Huelga referir aquí los episodios que condujeron a la pérdida de la República de Venezuela en julio de 1812, así como no es el espacio para narrar los hechos lamentables en que Bolívar y sus compañeros entregan a Miranda en manos de Monteverde el 31 de julio de 1812. Por su parte, Cortés de Madariaga intenta escapar de las manos del feroz español y no lo logra. Es hecho preso junto con Juan Germán Roscio, Juan Pablo Ayala, Juan Paz del Castillo, José Mires, Manuel Ruiz, José Barona y Francisco Isnardi, a quienes Monteverde denomina “los ochos monstruos” en carta enviada a la Regencia sustituta de Fernando VII. Dice: “Presento a V.A esos ochos monstruos, origen y primera raíz de todos los males y novedades de la América, que han horrorizado al mundo entero; que se avergüencen y confundan delante de la majestad y que sufran la pena de sus delitos…”

                                                                            Tomado de EFECTO COCUYO

 


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