MADARIAGA UN CURA LIBERAL
Caracas 5 de julio 2020
Por Rafael Arraiz Lucca
IV
“Tratado Lozano-Cortés: el primero firmado entre Colombia y
Venezuela.
Entre
las autoridades estaba Cortés, en su condición de diputado por el Clero y el
Pueblo ante la Junta Conservadora de los Derechos de Fernando VII. Las nuevas
autoridades le encargan a Cortés de Madariaga una misión principal: viajar a
Bogotá a enterar a los neogranadinos de la situación venezolana y firmar un
tratado entre ambos gobiernos, ya que los sucesos del 20 de julio en Bogotá
eran de tal naturaleza similares a los de Caracas, que se hacía necesario el
vínculo formal y jurídico entre ambas naciones en trance idéntico.
Circula
la hipótesis que señala la escogencia de Cortés como una manera de alejar al
canónigo de los asuntos caraqueños, ya que al parecer su vehemencia no era bien
vista en aquellas circunstancias. No sabemos si esto es cierto, pero el chileno
acepta el encargo con orgullo y parte de Caracas el 21 de diciembre de 1810
rumbo a la sabana de Bogotá. Por otra parte, no fue esta la única misión: Juan
Vicente Bolívar y Telésforo Orea van a los Estados Unidos; Vicente Salias y
Mariano Montilla a Curazao y Jamaica y Andrés Bello, Luis López Méndez y Simón
Bolívar viajan a Londres. Sin embargo, de la única misión que queda firmado un
Tratado es de la de Cortés, ya que se trata de Nueva Granada y Venezuela,
naciones hermanas.
Estando
en San Carlos, en enero de 1811 en camino a Bogotá, se entera de la llegada de
Francisco de Miranda a Caracas, procedente de Londres. Viene con el objeto de
terciar a favor de la creación de la República, y Cortés lo secunda y avala con
fervor desde una escala de su viaje. En esta ciudad llanera pronunció una
arenga que es necesario reproducir: nada más diciente de su carácter que estas
palabras, así como de su mirandismo militante: “¡Siempre colonos! ¡De día en
día más degradados, más oscurecidos, más miserables! ¿Qué pueblos son éstos
condenados por el destino a una perpetua servidumbre? No, no hay destino: la
Divina Providencia dirige todas las cosas, y no es la voluntad del Ser Supremo
que los pueblos sean esclavos… La mano invisible nos ha conducido al hombre que
necesitábamos: devuelve a los patrios lares el genio extraordinario de la
guerra y el consejo: Miranda está entre nosotros… Yo me glorié de ser americano
cuando vi, cuando traté a este hombre…”
Recordemos
que Miranda llega a caracas en diciembre de 1810, después de haber recibido en
Londres, en su casa de Grafton Way, a la delegación venezolana citada antes,
enviada por la Junta a explicarle al Reino Unido la situación venezolana.
Recordemos que la alusión que hace Cortés de su trato con Miranda ha debido
ocurrir en Londres, aunque su influencia la sintió en Cádiz, cuando supo por
primera vez de las logias lautarinas. El mirandismo de Cortés es indudable,
anotémoslo.
En
su paso por Mérida Cortés es arrestado por el obispo realista, pero logra
zafarse y sigue su camino. En Pamplona escribe y envía un oficio a Bogotá,
avisando de su pronta llegada y el objeto de su visita. Desde la ciudad se
expiden oficios de alborozo por su próximo arribo y se designan comisiones para
recibirlo. El canónigo llega a la ciudad a mediados de mayo de 1811 con la
credencial firmada por el entonces presidente de la Junta en Caracas: Martín
Tovar Ponte. Pero más interesante aún es la misiva que llega firmada por
Miranda el 22 de enero de 1811 y dirigida a la Junta Suprema del Nuevo Reino de
Granada. En ella se lee: “El canónigo doctor D. José Cortés de Madariaga, que
hace poco tiempo salió de esta ciudad para esa capital, y va encargado de una
importantísima comisión, dirá a V.A. cuanto yo podría sugerir en ésta, acerca
de una reunión política entre el reino de Santa Fe de Bogotá y la Provincia de
Venezuela, a fin de que, formándose juntas un solo cuerpo social, gozásemos
ahora de mayor seguridad y respeto, y en lo venidero de gloria y permanente
felicidad.” Como vemos, una prueba más de la idea integracionista mirandina
original, luego retomada por Bolívar.
El
Tratado se firma el 28 de mayo de 1811 y se refrenda el 7 de junio del mismo
año entre Cundinamarca y Venezuela y se denomina “Tratado de Alianza y Federación”,
lo que señala su espíritu liberal en la medida en que el Federalismo es
expresión de la impronta liberal. En él ya está la modalidad Departamental que
luego acogió Bolívar en clave centralista, no federativa como sí se consagra en
este Tratado. Se lee en el texto: “Habrá amistad, alianza y unión federativa
entre los dos Estados, garantizándose mutuamente la integridad de los
territorios de sus respectivos Departamentos, auxiliándose mutuamente en los
casos de paz y guerra, como miembros de un mismo cuerpo político, y en cuanto
pertenezca al interés común de los Estados federados.”
Es
evidente que la integración que están acogiendo los firmantes del Tratado,
Jorge Tadeo Lozano y José Cortés de Madariaga, es federal. Muy distinta a la
que asumió Bolívar a partir de 1819, siempre en concordancia con su impronta
radicalmente centralista.
Una
semana después de refrendado el Tratado (el primero que firman las
proto-repúblicas de Colombia y Venezuela), Cortés emprende el viaje de regreso.
Parte el 14 de junio de 1811 y toma un camino diferente al que escogió para
venir a Bogotá. De su viaje queda constancia en un texto intitulado Diario y observaciones del Presbítero
José Cortés de Madariaga en su regreso de Santafé a Caracas, por la vía de los
ríos Negro, Meta y Orinoco, después de haber concluido la comisión que obtuvo
de su Gobierno para acordar los Tratados de alianza entre ambos Estados. Llega
a Caracas hacia finales de año, cuando ya la República es un hecho y la
reacción realista, también. Entonces se pone a las órdenes del General Miranda,
a quien muy pronto le encargaran en condición de Generalísimo la defensa armada
de la República naciente.
Huelga
referir aquí los episodios que condujeron a la pérdida de la República de
Venezuela en julio de 1812, así como no es el espacio para narrar los hechos
lamentables en que Bolívar y sus compañeros entregan a Miranda en manos de Monteverde el
31 de julio de 1812. Por su parte, Cortés de Madariaga intenta escapar de las
manos del feroz español y no lo logra. Es hecho preso junto con Juan Germán Roscio, Juan Pablo Ayala, Juan Paz del Castillo, José Mires, Manuel
Ruiz, José Barona y Francisco Isnardi, a quienes Monteverde denomina “los ochos monstruos” en
carta enviada a la Regencia sustituta de Fernando VII. Dice: “Presento a V.A
esos ochos monstruos, origen y primera raíz de todos los males y novedades de
la América, que han horrorizado al mundo entero; que se avergüencen y confundan
delante de la majestad y que sufran la pena de sus delitos…”
Tomado de EFECTO COCUYO
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