miércoles, 17 de abril de 2019

FUNDAMENTO CONSTITUCIONAL DEL SISTEMA ECONÓMICO VENEZOLANO



FUNDAMENTO CONSTITUCIONAL DEL SISTEMA ECONÓMICO VENEZOLANO
                                                              Por Abg. Rafael Medina Villalonga

El problema más agobiante de Venezuela en los actuales momentos y sin duda el que requiere más urgente solución, es el de la economía en general y de la micro-economía en particular, el de la economía de cada uno de sus ciudadanos pues.
Se oye en cualquier conversación en la calle, en la esquina, en la panadería, en el mercado, la bodega… - El dinero no alcanza para nada, el sueldo mensual no alcanza ni para comprar un cartón de huevos y medio kilo de queso blanco.
Hace pocos días el economista José Guerra, ex directivo del Banco Central de Venezuela, decía en rueda de prensa que proponía elevar el salario mínimo mensual a $ 20, para luego ir aumentando paulatinamente hasta llegar a los 30 dólares mensuales  o 1 dólar diario, para alcanzar el mínimo catalogado como umbral de pobreza crítica por estándares internacionales.
Es que el salario mínimo en Chile, que es el más alto de la región, ronda los $ 450 mensuales; en Brasil llega a $ 270 y en el resto de los países suramericanos anda por cifras similares.
El salario mínimo en Cuba, Metrópolis por la gracia del chavismo, que nos mantiene bajo régimen de colonización, es de 30 dólares mensuales. El brillante economista José Guerra clama para que aunque sea nos igualen con la novísima “madre patria” cubana.
Bueno, el salario mínimo mensual actual en Venezuela es de cuatro ($4) dólares mensuales, resultado de dividir Bs.S. 18.000 entre Bs.S. 4.500, que es el valor actual del dólar (14-4-19) en el mercado cambiario paralelo, que por cierto no está muy lejos del cambio oficial “Dicom”. Ese salario es el que gana una enfermera, un maestro de escuela, un profesor universitario en el primer escalafón, un agente del CICPC, un policía nacional o municipal, un empleado tribunalicio, de un Registro o de una Notaría y demás empleados y obreros públicos; (Más de dos y medio millones de trabajadores).
Consecuencia inmediata y directa de esta funesta realidad es que los trabajadores del sector público y aun del privado no tengan ánimo de trabajar ni de cumplir sus funciones con un mínimo de eficiencia y responsabilidad. Un alto número de trabajadores ha renunciado porque les sale más caro el pasaje que lo que ganan mensualmente. Mucho más alto número ha emigrado forzosamente.
Otra consecuencia inmediata y directa es que una creciente mayoría de trabajadores venezolanos trata de rebuscarse para poder sobrevivir a los embates de la inflación desatada y provocada por el creciente y descontrolado gasto público, que no voltea para “crear” dinero inorgánico y otorgar bonos de las más variadas ocurrencias, con el propósito de mantener contenta a la clientela de votantes por el partido de gobierno.
Pero la peor de las consecuencias es la soterrada prostitución en que nos ha obligado a caer esta perversa política de Estado, impuesta desde la mencionada Metrópolis, según la cual “tú los arruinas, tú los dominas” y mientras los mantengas bajo tu dominio, tú permaneces en el poder… Indefinidamente. Soterrada prostitución que nos desmoraliza hasta los cimientos mismos de la sociedad y que se manifiesta en la coima generalizada que exigen los empleados públicos para “agilizar” cualquier trámite; y los empresarios y comerciantes o simples particulares que se ven obligados a las peores prácticas especulativas para poder mantenerse a flote en medio de esta tormenta de corrupción orquestada por el régimen. Así nos quieren: todos corruptos, con la moral por el suelo. Nadie tiene moral para levantarse contra la corrupción gubernamental.
Nuestra clase política “dirigente” no se dio cuenta por negligente o fue sobornada por el régimen desde un principio de su asunción al poder. Esta deleznable clase política “opositora” es cómplice por acción o por omisión, por no decir coautora o cooperadora inmediata en la ejecución de la nefasta política que nos ha conducido a la desastrosa situación económica y social que hoy padecemos los venezolanos.
 Desde un principio, desde la elección de los “constituyentistas” de 1999 y luego en el texto de la nueva constitución, se establecieron las bases de nuestro nuevo sistema económico, que tiene su declaración de principios en el artículo 299 de la Constitución Nacional:
TÍTULO VI
DEL SISTEMA SOCIO ECONÓMICO
Capítulo I
Del Régimen Socio Económico y la Función del Estado en la Economía
“Artículo 299. El régimen socioeconómico de la República Bolivariana de Venezuela se fundamenta en los principios de justicia social, democratización, eficiencia, libre competencia, protección del ambiente, productividad y solidaridad, a los fines de asegurar el desarrollo humano integral y una existencia digna y provechosa para la colectividad. El Estado conjuntamente con la iniciativa privada promoverá el desarrollo armónico de la economía nacional con el fin de generar fuentes de trabajo, alto valor agregado nacional, elevar el nivel de vida de la población y fortalecer la soberanía económica del país, garantizando la seguridad jurídica, solidez, dinamismo, sustentabilidad, permanencia y equidad del crecimiento de la economía, para garantizar una justa distribución de la riqueza mediante una planificación estratégica democrática participativa y de consulta abierta.”

Señores economistas y demás expertos en políticas publicas, si ustedes logran desentrañar su significado los felicito y les propongo que nos expliquen tamañas galimatías, monsergas o embrollos.
He aquí los orígenes del desastre.
                                                          En Maracay, a 15 de abril de 2019.



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