JAIME GUZMÁN, POLÍTICO Y CONSTITUYENTE (+ 1 DE ABRIL DE 1991) (I)
Chile, 1 de abril 2021
Por Alejandro San Francisco
“El 1 de abril de 1991 el senador Guzmán fue asesinado a la
salida del Campus Oriente de la Universidad Católica, con lo cual terminaba una
vida breve pero intensa, que dejaba una huella que permanecería en diferentes
ámbitos, como constatarían sus partidarios y detractores.”
“Jaime Guzmán fue uno de
los políticos más importantes y decisivos en la segunda mitad del siglo XX
chileno. Era particularmente polifacético, como demostró desde sus años de
estudiante en el Colegio Sagrados Corazones y en la Facultad de Derecho de la
Universidad Católica de Chile.
Tenía una capacidad
especial de liderazgo –ciertamente acotada dentro de la esfera de sus ideas–
que le llevó a ser un creador de múltiples iniciativas y organizaciones en el
mundo universitario, político y cultural: así quedó demostrado con el
Movimiento Gremial de la propia Universidad Católica, la revista Realidad, la Unión Demócrata
Independiente (UDI), e incluso Renovación Nacional (RN).
Guzmán nació el 28 de
junio de 1946 y desarrolló un pensamiento precoz, fundamentado en la doctrina
católica y que expresó en el ámbito estudiantil primero y luego en la política.
La primera etapa de su vida y la evolución de sus convicciones están muy bien
desarrolladas en el excelente trabajo de José Manuel Castro, Jaime Guzmán. Ideas y política
1946-1973. Volumen I. Corporativismo, gremialismo, anticomunismo (Santiago,
Centro de Estudios Bicentenario, 2016).
Sin embargo, no cabe duda
que fue más conocido e influyente en la etapa posterior de su vida, cuando se
transformó en asesor del gobierno después del 11 de septiembre de 1973 y
miembro de la Comisión de Estudios de la Nueva Constitución. Como resume Carlos
Huneeus, “organizó un grupo de poder altamente cohesionado y de gran mística,
que tuvo su mayor ascendiente en 1980, aunque después su influencia continuó
siendo muy relevante” (en El
régimen de Pinochet, Taurus, 2016). Los últimos años de su vida los
consagró a la política activa, dentro de la UDI, con un breve paso por
Renovación Nacional; fue candidato a senador y, tras el restablecimiento de la
democracia, asumió como miembro de la Cámara Alta en el gobierno de Patricio
Aylwin.
El 1 de abril de 1991 el
senador Guzmán fue asesinado a la salida del Campus Oriente de la Universidad
Católica, con lo cual terminaba una vida breve pero intensa, que dejaba una
huella que permanecería en diferentes ámbitos, como constatarían sus
partidarios y detractores.
Jaime Guzmán,
constituyente
Durante el
gobierno de la Unidad Popular, Jaime Guzmán se había distinguido como activo
dirigente opositor, con presencia en el ámbito gremial y en la televisión, a
través del programa “A esta hora se improvisa”, del Canal 13 de la Universidad
Católica de Chile. Paralelamente realizaba clases de Derecho Constitucional, en
la misma casa de estudios, mientras seguía vinculado con el gremialismo, al que
había dado vida en 1967, en el contexto de la Reforma y cambios relevantes en
la institución.
Inmediatamente después del
11 de septiembre Guzmán fue convocado a formar parte del grupo que estudiaría la
nueva carta fundamental, según le contó poco después a su madre Carmen
Errázuriz en una carta. El Acta N° 1 de la Junta Militar, del 13 de septiembre,
registra lo siguiente: “Se encuentra en estudio la promulgación de una nueva
Constitución Política del Estado, trabajo que está dirigido por el Profesor
Universitario Dn. Jaime Guzmán”.
La tarea sería llevada más
adelante por la Comisión Ortúzar –como se la llamó por su presidente Enrique
Ortúzar– estaba integrada por Sergio Diez, Enrique Evans, Alejandro Silva
Bascuñán, Jorge Ovalle, Gustavo Lorca y Alicia Romo. Posteriormente renunciaron
Silva Bascuñán, Evans y Ovalle, quienes fueron reemplazados por Luz Bulnes,
Raúl Bertelsen y Juan de Dios Carmona.
Por cierto, resulta una
exageración hablar de “la Constitución de Guzmán”, o situarlo como “el” gran
constituyente de la Carta de 1980. Sin embargo, una revisión del proceso y de
las discusiones al interior de la Comisión, permite comprender que el joven
abogado tuvo una gran influencia en algunas materias, especialmente aquellas
que formarían parte de las “Bases de la Institucionalidad” (Capítulo I), y del
Capítulo III, especialmente en lo relativo a algunos derechos constitucionales.
En ellas se puede apreciar la difusión y explicación de algunos conceptos, como
el Estado al servicio de la persona humana, la autonomía de los cuerpos
intermedios de la sociedad y la importancia del principio de subsidiariedad.
Paralelamente, Guzmán asignaba especial importancia a
lo que se denomina el itinerario institucional, que incluía la redacción de la
Constitución, el periodo de transición y la democracia plena.
Expresaba sus visiones en la prensa, en textos más completos en la revista Realidad y también a
través del propio general Augusto Pinochet, con quien colaboraba en la
redacción de algunos discursos, como fue el caso de Chacarillas, en el cual en
1977 el gobernante anunció la evolución que seguiría Chile en los años
siguientes.
En su artículo “El camino
político”, Guzmán expresó una idea que integraba el proyecto político con el
desarrollo económico: “Juega un papel irreemplazable el compromiso efectivo que
la ciudadanía sienta hacia el sistema político que impere. Y solo pueden
experimentar dicho compromiso con la democracia quienes reciben algún beneficio
sustantivo de su vigencia, ya que nada significará esta jamás para quienes solo
les brinda miseria, atraso e ignorancia. Por ello, un grado suficientemente alto de
desarrollo económico, social y cultural como para suscitar dicho compromiso,
emerge como uno de los factores esenciales de una democracia seria y estable”
(Realidad, N° 7, diciembre de
1979).
En otro largo artículo,
“La definición constitucional”, analizó conceptualmente el proyecto de nueva
Constitución, que estaba pronta a ser sometida a plebiscito. En dicho artículo
valoraba la opción democrática de la carta fundamental –con aspectos como la
generación popular de autoridades y el pluralismo político (si bien limitado)–,
precisando que se había descartado tanto la opción corporativista como la
fórmula elitista. El mayor compromiso del texto constitucional era con la
libertad, el fortalecimiento de los derechos de las personas y un sistema
económico libre. En el plano político había un refuerzo del Poder Ejecutivo,
incluso con la facultad presidencial de disolver la Cámara de Diputados por una
vez durante su periodo. Asimismo, valoraba la existencia de otras
instituciones, como el establecimiento de un Banco Central autónomo, la
relevancia del Tribunal Constitucional y la formulación del Consejo de Seguridad
Nacional, que integraba “responsable y orgánicamente a las Fuerzas Armadas y
Carabineros a la vida cívica del país” (en Realidad,
N° 23, agosto de 1980).
Si bien Guzmán destacaba
la perspectiva de una democracia moderna y renovada, había ciertos elementos polémicos,
que él explicó y valoró en diversas circunstancias. Uno de ellos fue el
establecimiento de los senadores institucionales –o designados, como se les
llamó– a los que asignaba un papel moderador y que incorporaban la sabiduría de
instituciones importantes en la trayectoria nacional. Otro tema, más complejo
pero que era parte central del ideario guzmaniano, estaba considerado en el
artículo 8° de la Constitución de 1980: “Todo acto de persona o grupo destinado
a propagar doctrinas que atenten contra la familia, propugnen la violencia o
una concepción de la sociedad, del Estado o del orden jurídico, de carácter
totalitario o fundada en la lucha de clases, es ilícito y contrario al
ordenamiento institucional de la República. Las organizaciones y los movimientos
o partidos políticos que por sus fines o por la actividad de sus adherentes
tiendan a esos objetivos, son inconstitucionales”. En la práctica, implicaba la proscripción política del Partido
Comunista y de otras fuerzas que adherían al marxismo leninismo,
como se probaría más adelante.
En su momento diversos
sectores acusaron que este texto perseguía ideas y, por lo mismo, no era propio
de una democracia. Jaime Guzmán, por el contrario, defendió su inclusión en la
carta fundamental, en un interesante debate con el democratacristiano Francisco
Cumplido y el académico Gottfried Dietze (“Pluralismo y proscripción de
partidos antidemocráticos”, Estudios
Públicos, N° 13, 1983).
Para entonces ya había
pasado casi una década del 11 de septiembre, y comenzaba a producirse una
apertura política, que el propio Guzmán aprovecharía para dar vida a su
proyecto político que debía existir más allá de la transición.
Política y transición
Jaime Guzmán
tuvo una temprana vocación política y la desarrolló, literalmente, hasta su
muerte. Su temprana admiración por la España
franquista y por el pensamiento de José Antonio Primo de Rivera, el fundador de
la Falange Española, se manifestaron en Chile de una manera diferente en su
niñez y juventud.
En un primer
momento se vinculó al Partido Conservador, en la Universidad Católica dio vida
al Movimiento Gremial con el objetivo preciso de separar a los grupos
intermedios de la sociedad de los partidos políticos. Sin perjuicio de ello, en
1970 participó en la campaña presidencial de Jorge Alessandri –a quien
consideraba la personalidad moral más importante de la política chilena en el
siglo XX–, cuya derrota no lo alejó de la política. Por el contrario, entre
1970 y 1973 desarrolló una intensa actividad opositora contra el gobierno de la
Unidad Popular. Es posible, como sostiene Renato Cristi, que Guzmán sea uno de
los “intelectuales orgánicos” más importantes de la historia política de Chile
en el siglo XX (en El
pensamiento político de Jaime Guzmán. Una biografía intelectual,
Santiago, LOM, 2011). Sin embargo, en lo esencial fue un político práctico, si
bien uno de ligas mayores –como Ricardo Lagos, con quien tuvo notables debates
televisivos–, que reflexionaba sobre su actividad y sobre Chile.
Tomado de diario El Librero, Chile.
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