viernes, 5 de agosto de 2016

ORQUESTA SINFÓNICA SIMÓN BOLÍVAR EN MÉXICO

Embajadora de transformación social

La Orquesta Sinfónica Simón Bolívar se despidió de la Ciudad de México con un concierto, al aire libre, que congrego a miles de residentes de una de las comunidades más desfavorecidas de la capital azteca. La Explanada de Iztapalapa, situada en la Delegación de Iztacalco, sirvió de escenario para que los músicos venezolanos fueran aclamados como “Embajadores del mensaje de transformación social que el Sistema Nacional de Orquestas y Coros Juveniles e Infantiles de Venezuela lleva alrededor del mundo”.

Grand Fanfare, de Giancarlo Castro, abrió la ejecución. La métrica de esta composición calentó los ánimos rápidamente, dando paso rápidamente a la interpretación de la Suite Margariteña. Los refrescantes acordes de la obra de Inocente Carreño trajeron una nueva tanda de aplausos para la orquesta, que continuó del mismo modo con la Suite de Ballet La Estancia, de Alberto Ginastera, y Sensemaya, de Silvestre Revueltas. Estas dos últimas obras dejaron la mesa servida para los bises que, como ya es costumbre, el público recibe como parte del agradecimiento de los músicos venezolanos.

Nuevas emociones afloraron con la obra sinfónica de José Pablo Moncayo, Huapango, ante la cual los mexicanos dejan ver toda la dimensión de su identidad cultural, y con el popurrí Aires de Venezuela, de José Terencio Silva, con la que se agitaron de manera enérgica las banderas de nuestro país.

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