miércoles, 24 de agosto de 2016

PANAMÁ ESTRENA CANAL

El 26 de junio de 2016, fue inaugurada una verdadera joya de la ingeniería mundial: el nuevo canal de Panamá, la mayor obra en lo que va del siglo XXI.

La verdad es una ampliación del ya existente, abierto en 1914, que permitió unir a los dos mayores océanos de la tierra, Atlántico y Pacífico, acortando enormemente el trayecto marítimo de mercancías y pasajeros. Eran dos vías paralelas que por medio de exclusas elevaban los buques 26 metros hasta el nivel del semiartificial lago Gatún, y tras navegarlo, por otras dos exclusas con un sistema similar bajaban al nivel de otro océano, todo en unas 18 horas. Hasta 1914 los pasos naturales utilizados entre los océanos Atlántico y Pacífico eran el estrecho de Magallanes y el cabo de Hornos, ubicados en la punta sur de América.

La magnitud de la obra del canal recién inaugurado da vértigo al ponerlo en cifras:

El trayecto que deben recorrer los barcos que pasan de un océano a otro es de 77 kilómetros, menos de la mitad que el Canal Suez (la otra gran obra interoceánica que une el mar Mediterráneo con el mar Rojo y el océano Índico). La ampliación consiste en un tercer carril que se añade a los dos ya existentes desde 1914, y el ensanchamiento y dragado de toda la vía fluvial y lacustre; los buques tardan en cruzar el canal por esta nueva vía diez horas menos que por el antiguo.

El volumen de hormigón empleado asciende a 4,5 millones de metros cúbicos, equivalente a 2,2 pirámides de Keops o a 450 edificios de 20 pisos. Su hubieran podido levantar con las 220.000 toneladas de acero empleadas en las esclusas 22 Torres Eiffel.

Las compuertas más altas tienen 33 metros de altura, miden 55 metros de largo y pesan 4.300 toneladas. Se fabricaron en Italia a prueba de terremotos y mareas y se transportaron desde allí.

17 minutos tardan las tinas en llenarse y vaciarse para levantar y bajar a los buques. Son en total 9 tinas, tres por cada cámara. Son capaces de reutilizar el agua empleada ahorrando en cada maniobra el 60% del consumo. Una novedad es que no hay bombeo de agua. Las tinas se llenan y vacían mediante la gravedad a través de 152 válvulas fabricadas en Corea del Sur por la empresa Hyundai.

Las obras comenzaron en 2009. Fueron adjudicadas al consorcio Grupo Unidos por el Canal (GUPC), encabezado por Sacyr de España, e integrado por la italiana Salini Impregilo, la belga Jan de Nul y la panameña Cusa; han trabajado en la obra 10.000 personas de 40 nacionalidades aunque el 95% de ellos, incluyendo ingenieros y técnicos, han sido panameños que fueron capacitados con antelación merced a programas incluidos en los costos del proyecto.

“Neopanamáx” es la denominación que se da a los barcos que pueden pasar por la nueva vía y, por su tamaño, no lo podían hacer por la antigua. Miden 366 metros de eslora (largo), 49 metros de manga (ancho), tienen un calado de 15 metros y son capaces de transportar 13.000 contenedores. Son buques más grandes, más largos y de mayor fondo, que duplicaran el tráfico y triplicaran el tonelaje transportado.

Se han rescatado 4.200 animales (380 cocodrilos incluidos) de la zona de las obras para llevarlos a otros hábitats y se han reforestado 2.800 hectáreas en otras áreas del país, el triple de las que se han destruido por los trabajos. Todo esto y más es la obra realizada por un diminuto país en apenas 7 años, cuyo eficaz gobierno ha dejado esta maravilla para sus ciudadanos y descendientes futuros. La obra completa ha costado 5.450 millones de dólares, con muy poco participación financiera del Estado.

Ese costo del nuevo canal panameño es bastante menor que los presupuestados en las múltiples obras estancadas, o ni siquiera empezadas, en la Venezuela de hoy.

En el Aló, Presidente del 30 de septiembre de 2007 se anunció la construcción de seis grandes hospitales, entre ellos el Centro Nacional de Cáncer. En 2009, el Ministerio del Ambiente anuncio la construcción de uno de los sistemas de agua más grandes de Latinoamérica: el Proyecto Tuy IV… la lista es larga.

Pero ninguno ha visto pasar esa manada de elefantes blancos; lo mismo que el millón de millones gastados en 17 años: nadie parece saber dónde están.

¿O sí?
Carlos M. Montenegro

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