No podemos olvidar que cada persona es única. Por sus valores, su manera de actuar, sus modales que lo caracterizan, su manera de expresarse y hasta su forma de socializar con los demás, estos son signos característicos que nos hacen “particulares”. Por esta razón y destacando los valores del esfuerzo, la exigencia debe adecuarse a cada situación concreta. De allí que sea tan importante que desde el hogar los padres eviten, en lo posible los mensajes negativos y fomenten la autoestima de los niños en las primeras etapas de su crecimiento; lo que redundará en que cada uno aproveche bien sus talentos.
¡Recuerda! Niños sanos y queridos, serán adultos justos, independientes, solidarios y responsables.
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