viernes, 21 de mayo de 2021

DIARIO DE BUCARAMANGA, MAYO 4, 1828

 

DIARIO DE BUCARAMANGA, MAYO 4, 1828

Maracay, 21 de mayo 2021

                                                           Publ. Abg. Rafael Medina Villalonga

 

Al releer esta magnífica pieza de historia viva, el relato de este día me hace un guiño para que me anime a publicarlo. Da testimonio, su autor, del pensamiento político del Libertador, de la forma de gobierno con que gobierna a Colombia y la relación de subordinación del poder judicial al poder ejecutivo, que encarna el Libertador. Dice S.E. al general Soublette, que de “orden para que se suspenda de su destino al Presidente de la Corte superior de Cartajena…”. Dictadura, como forma de gobierno, que más adelante reconocerá el Libertador.

Transcribe, el autor del Diario, el pensamiento político filosófico del Libertador en apretado resumen:  

“Siguió S.E. citando varios ejemplos de igual naturaleza, diciendo que: `el arte de la política es el de precaver y que éste consiste en saber juzgar bien a los hombres y a las cosas; en el conocimiento profundo del corazón humano y de los móviles o principales motores de sus acciones”.

Para muestra un botón:

“Ven VVds., dijo S.E., lo que son las revoluciones, y cómo las circunstancias cambian a los hombres. Aquel señor Rodríguez es uno de los mejores y más distinguidos abogados de Colombia; tiene muchas luces, pero también un jenio inquieto, enredador e interesado: su talento y su propensión a la intriga lo hacen peligroso.”

Finalmente, la clarividencia de la situación política de la Colombia de aquellos días- tan parecidos a los de ahora- queda plasmada en este juicio del Libertador:

“Con los elementos morales que hay en el país; con nuestra educación, nuestros vicios y nuestras costumbres, solo siendo un tirano, un déspota, podría gobernarse bien a Colombia”.

 

                                                 Mayo de 1828, día 4

“Después del almuerzo el Libertador dijo al Jral. Soublette, de dar orden para que se suspenda de su destino de Presidente de la Corte Superior de Cartajena al señor Dr. Rodríguez, y para que se le haga seguir para la Capital de Bogotá a dar cuenta de su conducta; siendo acusado dicho magistrado de haber aprobado los hechos criminales del Jral. Padilla y de haber entorpecido la acción del Comandante Jral. del Magdalena, respecto a la expulsión del país de varias personas desafectas, y otras peligrosas complicadas en el movimiento del expresado Jral. Padilla. Esta medida ha sido solicitada por el general Montilla que ha enviado a S.E. los documentos que justifican la acusación”.

“Ven VVds., dijo S.E., lo que son las revoluciones, y cómo las circunstancias cambian a los hombres. Aquel señor Rodríguez es uno de los mejores y más distinguidos abogados de Colombia; tiene muchas luces, pero también un jenio inquieto, enredador e interesado: su talento y su propensión a la intriga lo hacen peligroso. Ha sido muy enemigo de Santander y muy amigo con el Jral. Montilla y ahora es al inverso: yo lo he considerado como un hombre que debía ser alejado de los empleos, y del que debía tratarse de disminuir la influencia: siempre ha sido esta mi opinión y si se hubiera seguido no estaríamos hoy en el escándalo de mandar a suspender de sus funciones al Presidente de una Corte Superior”

Siguió S.E. citando varios ejemplos de igual naturaleza, diciendo que el arte de la política es el de precaver y que éste consiste en saber juzgar bien a los hombres y a las cosas; en el conocimiento profundo del corazón humano y de los móviles o principales motores de sus acciones; que él muy raras se había equivocado en sus conceptos o juicios; pero que no había podido seguir siempre sus ideas; algunas veces por falta de hallar sujetos más propios, más convenientes para los destinos; otras porque las circunstancias del momento no permitían la elección o el cambio, y otras en fin porque las recomendaciones, las fuertes instancias, le quitaban toda libertad y le obligaban a colocar los que no podían merecer su confianza; pues el no haberlo hecho era más peligroso que dar el empleo al por quien se interesaban tantos sujetos de alto influjo.

Concluyó diciendo S.E.: “Con los elementos morales que hay en el país; con nuestra educación, nuestros vicios y nuestras costumbres, solo siendo un tirano, un déspota podría gobernarse bien a Colombia: yo no lo soy y nunca lo seré, aunque mis enemigos me gratifican con aquellos títulos; más mi vida pública no ofrece ningún hecho que los compruebe. El escritor imparcial que escriba mi historia o la de Colombia, dirá que he sido Dictador, Jefe Supremo nombrado por los Pueblos, pero no un tirano y un déspota”.

Tomado de DIARIO DE BUCARAMANGA, Luis Perú de Lacroix. Fundación editorial El Perro y La Rana. 2ª Edición. Caracas, 2010.

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